Lo que el viento NO se llevó - Embalse de los Irrios
Cuando ha sonado el despertador casi me caigo de la cama, me he despertado de un sueño:
Me veía a mí mismo con 5 ó 6 años, en la calle y de noche, viendo alejarse a los Reyes Magos en la oscuridad. Corría hacia ellos preguntando a gritos: “¿Volveréis?” Y fue el rey Baltasar el que girándose sobre su camello me dio respuesta con voz ronca y pausada: “Volveremos sólo si no perdéis la ilusión”
En la localidad de Alpedrete, a primeras horas de una mañana más fría de lo habitual, descienden de sus coches quienes no pierden ocasión de sentir ilusióncasi infantil haciendo lo que más les gusta: Encontrarse con los amigos para pedalear juntos.
Ángel, Enrique, Fer, Jesús, Luis Ángel, Nacho, Patrick, Rafael, Santi y Alfonso
De momento marchamos muy abrigados, porque el viento fuerte y racheado colabora con una sensación térmica de cero grados, pero confiamos en ir entrando pronto en calor a medida que atravesamos Alpedrete y enfilamos en dirección a Guadarrama, que apenas rozaremos por su lado este.
Cogemos desvío por la vereda del Canto de la Pata hacia Los Molinos, donde cruzaremos el río Guadarrama. Vamos buscando la ladera de la sierra por la Cañada Real de las Merinas y a medida que avanzamos superando varios toboganes, cruzamos los arroyos de Majaltobar, Peñota, Navarderas e Irrios, dejando atrás varios depósitos grandes de agua construidos en los años 40.
Nos cubre un gran manto de nubes negras que se empeña en no abandonarnos; el viento racheado pugna por lanzarnos al suelo una y otra vez e incluso hay peligro de que las ramas de los árboles nos sacudan feroces. Incluso, de vez en cuando, caen algunas gotas de lluvia intentando intimidarnos. Habrá quien proponga replantearnos el seguir adelante… pero sus palabras se diluyen con el viento y todos avanzamos sin perder el humor.
El camino se estrecha con zonas de agua y barro y se complica con algunos pasos entre piedras y afilados cambroños (muy parecidos a los piornos), que tendremos que esperar para verlos con su llamativa flor amarilla. Al que sí veo es a Jesús superando, aparentemente sin esfuerzo, un gran canchal de piedra.
Nos acercamos y ya tenemos a la vista el pequeño embalse y la presa de los Irrios, construida en los años 50 para abastecer de agua la población, pero abandonado su uso en la actualidad. El nivel de agua parece estar al mínimo. El viento sigue incordiando, acortando nuestra parada para tomar alguna barrita y hacer unas fotos.
Nota: El conocido como “bocado” es obra artificial a modo de aliviadero.
Cruzamos bajo la Nacional VI por túnel con puerta metálica que, afortunadamente, podemos abrir sin problemas. Si los kilómetros recorridos han podido parecer duros, ahora comienza realmente el tramo más duro de la ruta, con el aperitivo de 200 metros de rampón por pista de hormigón que obliga a tirar de piernas y de lumbares. Pocas o ninguna cara sonriente en estas fotos e incluso más de un compañero baja y esconde la cabeza por el esfuerzo.
Cogemos pista de La Jarosa y los pinos que en abril de 2019 nos protegían del calor ahora nos dan cobertura del viento. Tenemos un largo tramo en ascenso conocido por la mayoría. Ángel y Enrique son fieles al trazado del track propuesto y marchan en cabeza, no se detienen, pero Patrick (padre original de esta ruta) nos propone una variante al resto de compañeros y allá que vamos.
Variante por la Vereda del Agua, espectacular por sus vistas y trazado, pero apenas acortamos unos metros del kilometraje original y que nos lleva hasta la fuente del Horcajo, retomando el camino original. Ángel y Enrique están por delante de nosotros y tendrán que esperar nuestra llegada, bien guarecidos tras unos árboles.
En anterior ocasión nos enseñó nuestro amigo Patrick un divertido descenso por senda trialera y no perdemos ocasión de recorrerla de nuevo, dejando que sean Enrique y Fer los que nos marquen el trazado, dejando atrás el arroyo de Picazuelo, que hay que vadearlo con precaución.
Muy atentos a los frenos, a los revirados, a evitar chocar con alguna piedra grande que te haga salir volando… surfeando sobre las piedras y pedrolos al límite del control. Una auténtica pasada, pensando que no llevamos las bicicletas más indicadas. Cruce con pista, breve espera y adelante que llegan nuevos retos. La satisfacción en las caras y la adrenalina escapando por los poros cuando ya tenemos a la vista el embalse de La Jarosa.
Nuevamente, alguno propone recortar el trazado… ¿Quéeeee? Si hay que seguir subiendo, se sube. Así que atravesamos el prado Lavar y el arroyo de la Fuente del Polvorín; algo más de dos kilómetros de ascenso duro con curvas cerradas que nos sitúan junto a las tapias de piedra del Valle de los Caídos, rota en algunos tramos, pero que no tenemos intención de atravesar.
¡Ojo a los frenos y sobre todo a los andarines que nos podamos cruzar! ¡Precaución! Porque ahora tenemos por delante 3,5 kms de pista ancha para un descenso por el camino de Cerro Santo que invita a dejar que las bicicletas acaben desbocadas.
Cuando ya todos, casi todos, estamos en cruce con la M-600, Luis Ángel avisa por walkie que ha tenido avería, un pinchazo. Regreso para echarle una mano pero, al final, Ángel, Enrique y Fer subirán también la pista para buscar solución. Más que un pinchazo ha sido un auténtico bocado, con dos importantes agujeros. Tras mucha voluntad, bastante maña, varias bombonas de CO2, unas mechas y la ayuda de un “samurái”, conseguimos ponernos en marcha.
Ahora lo que menos nos gusta, coger tramo de casi 3 kms de carretera con circulación, por la M-600 y la M-614 hacia Guadarrama, dejando a la derecha el polideportivo hasta llegar a tomar de vuelta el cordel de los Labajos. El regreso es ahora en suave descenso y la proximidad del fin de ruta anima a todos a acelerar la marcha, mucho, sin olvidar que por esta zona hemos tenido un par de enganchones y caídas en anteriores ocasiones, tal vez cuando la atención ya se relaja pero hoy, sin incidentes.
Al llegar a los coches, no podemos reprimir las ganas de abrazarnos, más que de costumbre diría yo e incluso algunos recibiremos abrazos repetidos ¿verdad Santi? No importa.