Comerse el mundo
Hay verdades que bien podr?an pasar como lugares comunes por lo gastado que resultan. En especial ocurre con el paso del tiempo. Aseverar que los d?as corren hechos la duro es de esas m?ximas que refrendan el sentido de verdad deteriorada de un lugar com?n. Y aunque, a todas luces, el tiempo sigue su indefectible paso con el mismo ritmo que en tiempos inmemoriales, la relatividad de la percepci?n hace de las suyas.
Supongo que aqu? aplica una l?gica ocupacional. Entre mayor es el nivel de ocupaci?n de mente y cuerpo sucede una percepci?n m?s acelerada del reloj. Seguramente por eso los d?as se me han pasado volando ?ltimamente.
Siempre he sido un tragaldabas consumado, pero hace diez a?os que vivo para comer, profesionalmente hablando. Una coyuntura radiof?nica hizo que la filia por la papeada se tradujera en labor period?stica culinaria. Y, en sentido literario, se me comenz? a pagar por hincarle el diente a los alimentos. Esos diez a?os se han pasado como que no quiere la cosa, quiz? por aquello de que uno es feliz haciendo lo que le gusta.
Y no es cosa menor. Salvo alguna deshonrosa excepci?n, en una d?cada no he conocido a alguien que no guste de merecer. Y ha habido ocasi?n de coincidir con oleadas de entusiastas de la cocina, chefs, ?cocinadores?, gourmands y glotones que, de una forma u otra, dignifican esa actividad que nos diferencia del resto de los animales.
Con la idea de que se puede comer casi lo que sea, pero no como sea, desde el programa radial El Pipir?n, hasta las Australadas semanales, pasando por presencias en encuentros gastron?micos, celebraciones, ferias, festivales, catas y otras aventuras, las entrevistas han ocurrido dejando ver la magia de quienes, como uno, miran la comida como el escenario en el que se recrea la cultura en su m?s amplia acepci?n.
Y desde luego a partir de las artes, pues la literatura ha fungido como esa sopa de letras desde la cual acercarse a la saz?n de distintas geograf?as. O la m?sica, pues hay todo un play list tem?tico para degustarse a ritmo de casi cualquier g?nero. Y qu? decir de la gran pantalla y los escarceos con los fogones, ya por moda o por una forma particular de retratar la vida humana desde las cacerolas y las cucharas.
Y como no se puede hablar de lo que se desconoce, hubo necesidad de acudir a las aulas en pos de saberes que instruyan en la preparaci?n, y a las cocinas, pues preparar platillos se aprende poniendo las manos en la masa. Y naturalmente comiendo, bebiendo, viajando y conociendo. Porque si algo ha habido en estos dos lustros ha sido la experiencia de encontrarse con el acto en el que se subliman los sentidos.
Ello aunado a la puesta en juego de las emociones, como dec?a el cocinero franc?s Jo?l Robuchon: ?cuando mi mam? nos daba el pan repart?a amor?. As? ha sido comer y cocinar los ?ltimos diez a?os de la vida de este fulano. Sin duda un comienzo estupendo, pero sobre todo delicioso.
Carlos Guti?rrez
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@fulanoaustral