Felicidad ignorada

Luis Miguel Morales C.

?Solo sentimos el valor de lo que fue nuestro y dejamos escapar? ?Todos nuestros para?sos son para?sos perdidos? La mayor?a de nosotros no sabemos decir con exactitud en qu? consiste la felicidad hasta que ya la sentimos vivida por completo. Cu?ntas veces la reconocemos al recordarla, pero sin haberla percibido con claridad mientras duraba. Cuando la memoria regresa al pasado, nos damos cuenta de que hemos dejado atr?s, sin pararnos, casi sin verlos, los oasis m?s verdes. Por eso Fausto, el personaje de Goethe, vend?a su alma al diablo a cambio de un momento del que poder decir: ??Detente, instante, eres tan bello?!? No se trataba solo de felicidad, sino de la conciencia de esa felicidad mientras duraba.

Para corregir nuestros ataques transitorios de ceguera, Schopenhauer recomendaba fijarnos en lo que disfrutamos con la misma mirada con la que lo ver?amos si alguien nos lo estuviera quitando. ?Deber?amos pensar a menudo: ?c?mo ser?a si perdiera esto??, escribi?. Muchos siglos antes, los fil?sofos griegos afirmaron que la felicidad se puede aprender y entrenar, pues la entend?an como esa forma de atenci?n que atrapa y agudiza el placer del presente. Para alcanzarla, propon?an un ejercicio parecido: suponer que no tienes nada, discurrir por orden de prioridad lo que querr?as recibir y pensar cu?ntas cosas reclamas que son tuyas ya. Todo consiste en conocer lo que tenemos al menos con la misma precisi?n con la que sabemos lo que nos falta. Porque no basta con ser felices, hace falta darse cuenta de que lo somos: hay que reconocer la felicidad con facilidad.

Irene Vallejo