Un esguince en pleno vuelo

Las carreras de Isak a campo abierto son un espectáculo. Le lanzan balones desde la otra punta y el sueco despliega sus zancudas extremidades, con un galope veloz, elegante, digno de la Copa de Oro. El esguince que se produjo en pleno vuelo contra el Celta es una metáfora de su tercera temporada en la Real. Nunca hasta ahora había tenido tantas dificultades para explotar la mina de oro que lleva dentro. A Isak le está costando viajar este curso en plenitud de condiciones. Su estreno, hace dos años, fue bestial: se quedó fuera en un solo partido de los 45 que jugó la Real. La temporada pasada disputó el 90% de los 50 que tuvo que gestionar Imanol en el esfuerzo más radical. El escandinavo nunca se lesionó entre 2019 y junio de 2021. Esta temporada se ha perdido los mismos partidos que en sus dos primeras en la Real: cinco. Todos por problemas físicos. En el muslo, la rodilla y ahora se ha lastimado el tobillo. La lesión que le sacó del encuentro contra el Celta puede requerir de dos o tres semanas para ser reparada, por lo que la presencia de Isak contra el Atlético de Madrid será imposible garantizarla, a no ser que experimente una recuperación récord. Isak deja para el tramo decisivo de las temporadas su mejor cara y la presente discurre por el mismo camino. Si la Real aspira a seguir triunfando, necesita que su delantero titular resuelva partidos al estilo de Oyarzabal, incluso con mayor asiduidad de cara a puerta. Y será conveniente clasificarse de nuevo a Europa para retener sin problemas a una pieza codiciada.

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