Un matrimonio nonagenario sobrevive a un incendio gracias al guardia civil Gonzalo: «Los salvé 'in extremis'»
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Los hechos se desencadenaron sobre las doce y cuarto de la mañana. Gonzalo estaba trabajando en las oficinas del puesto. «Por nuestro sistema de transmisiones, oí que el COS [la Central Operativa de Servicios] estaba pidiendo una patrulla porque había un incendio en Quero. No sabía si había gente o no en el interior. El caso es que subí en mi coche particular, porque el oficial lo tenía que sacar del garaje, y me fui al aviso», cuenta el agente a ABC.
Gonzalo recorrió los 700 metros que separan el cuartel del número 3 de la calle Botica Vieja, donde se encontró a Juliana, la hija que vive con sus padres, impedidos, en esa casa. «Me contó que se había originado un fuego por la secadora y que, cuando salió a la calle a pedir auxilio, se le cerró la puerta con las llaves por dentro».
Las llamas saltaron a la caldera y al depósito de gasoil, con lo que el humo se propagó rápidamente por la vivienda. «Los vecinos y una empleada de Correos intentaban abrir la puerta a patadas, pero no podían. Llegué yo y di a la puerta con el hombro, pero nada». Entonces decidió buscar otro acceso, pero fue inútil. «Volví a la puerta principal y no sé las patadas que le daría, el caso es que la abrí». Entró corriendo en una casa que no conocía; con la linterna en una mano y el otro brazo estirado porque había mucho humo negro. A la izquierda vio dos habitantes contiguas donde estaban los ancianos, cada uno inmóvil en una cama en dormitorio. «Abrí ventanas para que se ventilara y Marta, la médico del consultorio de Quero, entró para ayudarme a sacarlos en sus sillas de rueda. La mujer despertó enseguida; pero el hombre no reaccionaba y tardó un poco en despertar».
«No podíamos respirar»
A Julián lo tuvieron que sacar en pañales y arroparlo con una manta mientras gente del Ayuntamiento y había acudido con exintores. «Pero dentro había muchísimo humo y dentro no podíamos respirar. Descárgabamos un extintor y salíamos. En una de ésas, intenté meterme por la cochera. Después de dos o tres intentos, conseguí abrir la portada y hubo más ventilación». Luego llegaron los bomberos, que apagaron las llamas de esta odisea.
«Es la segunda intervención parecida en la que rescato a personas en un incendio. La primera fue en Quintanar de la Orden hace años», recuerda el agente, de 35 años, que lleva 14 en la Guardia Civil.
El matrimonio y su hija ya han vuelto a la vivienda, que es muy grande y tiene más habitaciones, aunque está sin luz y sin agua. Pero con la felicidad de que Julián y Juana siguen vivos.