Miguel Falomir: «No abriremos subsedes del Prado, pero podemos reforzar museos en toda España»
En junio de 2019 Miguel Falomir (Valencia, 1966) fue elegido académico de Bellas Artes. Propusieron su candidatura Antonio Bonet Correa, Juan Bordes y José Luis García del Busto. Director del Prado, ingresa hoy en la Academia.
—Su discurso lleva por título ‘De las patrias del arte. Reflexiones sobre la pintura en la España del Renacimiento’.
—Trata de cómo se construyen las historias del arte y cómo se han construido, sobre todo a partir del siglo XIX, que es cuando surge la Historia del Arte como disciplina académica. Es un momento muy marcado por el nacionalismo. Se atribuye que cada país tiene un arte propio con un ADN característico. En el caso español es el naturalismo, el realismo. Pero el arte no entiende de pasaportes, ni de fronteras.
—¿Qué le gustaría aportar a la Academia? ¿Quizás un mayor acercamiento con el Prado?
—La relación entre el Prado y la Academia ha sido muy estrecha siempre. Hay bastante colaboración en el terreno de la investigación, en préstamos... El Museo de la Academia, que es fantástico, no se ha beneficiado de que mucha gente diga que es como un pequeño Prado. No es un Prado pequeño, es un museo con una entidad y una personalidad propias. Tiene unos fondos parangonables a los del Prado, y una personalidad fortísima. Ha sido un acierto su último montaje. Pero no hay una correspondencia entre la importancia de sus colecciones y el número de visitantes. ¿Qué puedo aportar yo a la Academia? Como historiador del arte, un cierto conocimiento sobre todo del arte del Renacimiento español e italiano. Y, tras casi cinco años dirigiendo el Prado, una cierta experiencia como gestor.
—Hablemos del ministro Iceta y la descentralización de las colecciones de los museos. El asunto estalló con la dimisión de Lola Jiménez-Blanco como directora general de Bellas Artes. ¿Cómo lo valora?
—Yo valoro lo mío (Ríe). Bastante tengo ya con el museo como para entrar en esto. La conozco, tengo una buena relación con ella, dio unas razones...
—Al Prado le venía bien que la directora general de Bellas Artes sea patrona del museo.
—Desde que yo dirijo el Prado no hemos tenido ningún problema con ningún director general de Bellas Artes. Siempre hemos estado en el mismo barco y remando en la misma dirección. Lola lo hizo muy bien para el Prado, pero también su antecesor, y estoy convencido de que lo hará igual el actual.
—En Italia han puesto en marcha el proyecto ‘Cien obras regresan a casa’, que implica a catorce museos del país. Se quiere fomentar los museos pequeños de provincias. ¿En qué modo va a cambiar la política de depósitos del Prado, el llamado Prado disperso?
—El Prado es un museo nacional, y lo es en muchos sentidos. No solo porque lo lleva en el nombre, sino que tiene esa vocación nacional. De hecho, estamos presentes en todas las Autonomías, excepto Cantabria, y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Pero creo que no estamos bien presentes. Una de las asignaturas pendientes del Prado es, sin duda, su implantación a nivel nacional. No hay intención de abrir subsedes. Pero sí podemos reforzar museos en las cincuenta provincias de España. Lo que hay es que hacerlo bien. Tenemos unas 3.000 obras en depósito, pero lucen muy poco. No se ha conseguido ningún tipo de implicación afectiva entre las instituciones receptoras y las obras que tienen. Por desgracia, no hay ningún documento que establezca cuál ha sido el espíritu de los depósitos. Es increíble que las obras de pintores catalanes se mandaran a Galicia, las de los gallegos a Extremadura... La inmensa mayoría de españoles ignora que tienen en su ciudad cuadros del Prado. Muchos de esos depósitos no están expuestos, sino en los almacenes. ¿Qué hacer con eso? Pues darle a cada uno lo que quiere, que normalmente suele ser el artista de la zona. Ello lleva emparejada una reordenación de cientos de obras. Hemos empezado con Andalucía y los museos de titularidad estatal y gestión transferida. Lo que no interesa en un sitio puede interesar en otro. En el MUBAG de Alicante están encantados con el depósito de obras de pintores alicantinos del XIX que no interesaban en Andalucía.
—¿Se van a levantar todos los depósitos que no estén en museos?
—Hay depósitos que están en instituciones representativas: el Congreso, embajadas... Eso puede tener una cierta justificación. Pero hay otros muchos que están en cuarteles, institutos, colegios... Hay algún depósito que ha llegado aquí con un balonazo... Incluso los hay en instituciones privadas. Hay de todo. Las obras deben estar en sitios donde se garanticen las condiciones óptimas de conservación. Además, lo lógico es que las disfrute el público, no que estén en un despacho. A cambio, el Prado pide visibilidad, que estén siempre a la vista si son museos, perfectamente identificadas como obras del Prado, que incluso en la medida de lo posible haya una ‘Sala Prado’, que las obras sean estudiadas... No todos los depósitos han funcionado mal. Hay un modelo magnífico, el de la Biblioteca-Museo Víctor Balaguer en Vilanova i la Geltrú. Siempre han tenido un cariño muy grande a ese depósito. Se hizo un catálogo, tiene una sala Prado... Es el modelo que queremos. Se está pensando en darle una denominación que no sea depósitos, que tiene una connotación un poco peyorativa. Y queremos que la relación no concluya con el depósito, que el Prado ofrezca a las instituciones que acojan sus fondos que sus profesionales puedan venir a reciclarse al museo, que haya un intercambio de préstamos...
—¿Seguirán siendo por cinco años renovables?
—Sí. Pero la vocación de estos depósitos es que la inmensa mayoría de ellos sean permanentes.
—¿Es partidario de que salgan de los museos piezas capitales, como la ‘Dama de Elche’ o la ‘Dama de Baza’ del Arqueológico Nacional?
—No. Nunca he sido partidario de desvestir a un santo para vestir a otro. Creo que el Prado tiene que tener las obras que tiene, pero hay obras muy interesantes para muchos sitios que o no están expuestas o lo están en el lugar equivocado. Las obras, cuanto más se puedan ver, tanto mejor.
—Actualmente, el Prado tiene en torno a 3.200 obras depositadas fuera del museo. ¿Cuántas más podría haber?
—No lo sé, a lo mejor hay menos. Lo que no queremos, como sucede ahora, es que el Prado deposite obras porque no las puede exponer y acaban en los almacenes de otras instituciones. Estamos estudiando caso por caso, trabajando con cada museo. Hay museos de Andalucía que ya han dicho que quieren quedarse con todo el depósito, otros no quieren algunas obras... Después de Andalucía le toca el turno a Castilla-La Mancha. Además, estamos trabajando con dos museos que van más avanzados: el MUBAG de Alicante y el Bellas Artes de Asturias, que ya tiene un excelente depósito que se va a reforzar.
—¿Saldrán obras de los almacenes para esos depósitos?
—A lo mejor puntualmente sale alguna. Pero creo que va a haber más una reordenación de lo ya depositado. Hay obras en los almacenes del Prado que nunca se van a colgar. Si en algún momento las piden, podrán salir.
—¿En alguna reunión le ha pedido Iceta que salgan obras del Prado?
—No. Cuando hablé con el ministro y le informé de los proyectos que tenía, uno de ellos fue este. Le pareció muy interesante esta reordenación. Empezamos hace bastante tiempo, antes de que llegara el actual ministro.
—¿Qué pasó con Cantabria para que no haya ningún depósito?
—Había un pequeño depósito en un museo que sufrió un incendio y por eso se retiraron las obras. La idea es que estemos en todas partes. Faltan Cantabria y Ceuta y Melilla.
—¿Cuántos depósitos del Prado se han perdido?
—Ha habido pérdidas por circunstancias tan variopintas como la Independencia de Cuba, el asalto a la embajada de Lisboa, la Guerra Civil, otras se perdieron por negligencia...
—El Prado ya colabora con muchos museos españoles, como el MNAC, con el que han organizado, por ejemplo, la muestra de Carracci.
—Somos el único museo español que permanentemente tiene una exposición circulando por toda España, que hacemos con La Caixa, además de los cientos de obras que el Prado presta anualmente a instituciones españolas. La National Gallery de Londres o los Uffizi de Florencia no tienen esa presencia.
—Este año se conmemora el centenario de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico, que actuó rápido para evitar una posible salida de España del ‘Ecce Homo’, atribuido a Caravaggio. ¿Cree que es del artista?
—Yo no soy experto en Caravaggio, pero las personas que avalan la autoría me merecen credibilidad. Por tanto, tiendo a pensar que probablemente lo sea. Aún estamos pendientes de algún estudio técnico.
—¿Ha mantenido últimamente alguna conversación con la familia Pérez de Castro, dueños del cuadro? No parecían muy dispuestos a que se estudiara y se restaurara en el Prado.
—La función del Prado fue enterarse, alertar, llamar la atención del Ministerio y parar la posible exportación de la obra. A partir de ahí, estamos hablando de un mercado libre. No sé cuál es la voluntad de los propietarios. Con la familia jamás he tenido nunca ningún contacto. Lo tuve con la persona que representa a la familia para ver el cuadro. Supongo que, si en un momento determinado piensan venderlo, irán a potenciales compradores y supongo que uno podría ser el Estado y el Prado.
—¿Qué aportaría al Prado?
—Un Caravaggio es siempre un Caravaggio. También creo que hay Caravaggios y Caravaggios.
—¿Y este de qué tipo es?
—No es el maravilloso del Thyssen, ni ‘La Madonna del rosario’, ni ‘La dormición de la Virgen’... Pero es un Caravaggio. En el Prado solo tenemos una obra del artista y una magnífica colección de caravaggistas. Sería estupendo tenerlo.
—El Estado compró recientemente un dibujo de Goya por 237.100 euros, que ha sido adscrito al Prado. Pero también una ‘Crucifixión’ de El Greco, que ha ido al museo del pintor en Toledo.
—Creo que es una política excelente. Incrementar el patrimonio es una decisión muy sabia e inteligente.
—Y hablando de Goya, la Fiscalía no aprecia delito en la venta del ‘Aníbal vencedor’ de la Fundación Selgas-Fagalde a la Fundación Amigos del Prado, pese a las irregularidades de la institución asturiana. ¿Cómo lo valora?
—Yo, en las irregularidades que haya podido haber o no en la fundación, no entro. Supongo que es una cuestión judicial. Cuando nos ofrecieron la obra exigimos que se hiciera todo con la máxima legalidad. Y los tribunales han decretado que efectivamente se hizo de forma legal. Parece que no hay caso.
—Este año habrá tres artistas contemporáneos en el Prado. Creíamos que era una obsesión de Miguel Zugaza, quizá estábamos equivocados...
—El Prado viene haciendo exposiciones de arte contemporáneo desde hace mucho tiempo. Jamás ha habido ningún problema para hacerlas. La National Gallery de Londres hace exposiciones con artistas vivos, el Kunst de Viena tiene un ‘curator’ de arte contemporáneo, el Louvre invita a artistas. Todos los museos de pintura antigua lo hacen. Parece que hay miedo a que el Prado lo haga, no lo entiendo. Al Prado no le interesa el arte contemporáneo ‘per se’. Hay magníficos museos de arte contemporáneo en España. Solo me interesan aquellos artistas para los cuales el Prado y la pintura del pasado han sido importantes. Nadie va a discutir a estas alturas que a Picasso le interesó el arte del pasado. Lo de Parreno es un proyecto sobre las pinturas negras. Y la gente descubrirá los cientos de horas que Zóbel se pasó dibujando en el Prado. Además, era coleccionista de dibujo antiguo. Aun con estas tres exposiciones, el Prado debe ser el museo de pintura antigua más tímido en su relación con el arte contemporáneo.
—Este año no habrá ningún ‘blockbuster’ en el Prado. Con la pandemia, se decretó la muerte de las megaexposiciones, pero otros grandes museos históricos sí las siguen haciendo. ¿Por qué no el Prado?
—Una cosa es una exposición grande e importante y otra un ‘blockbuster’, una muestra que normalmente sacrifica la calidad en aras de las visitas. Siempre he sido excéptico con los ‘blockbusters’.
—Exposiciones como la de El Bosco fue en cierta forma un ‘blockbuster’.
—Yo no era director del museo.
—¿Por qué no hay este año en el Prado una megaexposición de un artista de renombre?
—No me gusta hacer cosas que ya están hechas. Prefiero adentrarme en terrenos más ignotos, menos conocidos, más arriesgados. Exposiciones que, por cierto, pueden costar muchísimo dinero.
—Entonces, que no la haya no es un problema de falta de presupuesto...
—No. Exposiciones como ‘Tornaviaje’ cuestan muchísimo dinero. Tengo la convicción de que un museo público, con dinero público, tiene la obligación de adentrarse en esas áreas menos conocidas. Estoy orgullosísimo de haber presentado al público español el arte iberoamericano, que era totalmente desconocido. ¿Hacer otra exposición de Rafael? Ya la hice en 2012. Tampoco me gusta ir a golpe de centenario. No necesitamos desesperadamente el reclamo de un nombre para llenar las salas, las tenemos llenas.
—El Rijksmuseum de Ámsterdam ha anunciado para 2023 la mayor exposición de la Historia de Vermeer.
—Es una opción legítima. Si me dan todos los Vermeer, claro que los expongo. Lo que no voy a hacer es hipotecar las finanzas del museo para reunir 33 Vermeer. No tiene sentido. No puedes tirar la casa por la ventana. Lo mismo pasaba con las ampliaciones de los museos. Cuántos se han arruinado por una ampliación más ambiciosa que sus posibilidades. No hay que perder la cabeza. Entre ver otra exposición de Rafael, la enésima de Vermeer o Van Gogh y ver muestras como ‘Tornaviaje’ o la del arte napolitano... me parecen éstas infinitamente más interesantes.
—¿Cuándo veremos en el Prado dos obras maestras invitadas: los ‘Nenúfares’, de Monet, de la Beyeler y ‘La Asunción de la Virgen’, de El Greco, del Art Institute de Chicago?
—El Greco, el año que viene seguro. El Monet aún estamos viendo fechas.
—¿Cómo se presenta 2022 para el Prado desde el punto de vista económico y de visitantes?
—El tema de los visitantes lo tomo con precaución. Lo único cierto es la incertidumbre. Hace tres meses era más optimista, estábamos funcionando muy bien antes de la sacudida de Ómicron. Este museo depende mucho del público extranjero. Los asiáticos no han llegado y los norteamericanos... ha aparecido alguno tímidamente. Económicamente, dependemos del número de visitantes. Es nuestra principal fuente de ingresos. La subida de la aportación del Estado ha sido muy importante. Quiero pensar que esa subida ha llegado para quedarse. El alquiler de espacios va muy bien y los patrocinios privados se han mantenido, e incluso se ha incorporado alguno.
—Sorprende, positivamente, un dato: el 48%de los visitantes en 2021 fueron jóvenes de entre 18 y 34 años.
—Es la mejor noticia que puede tener un director de un museo de pintura antigua. Es lo que más me enorgullece. En un principio era lógico, porque la población más vulnerable es la de mayor edad y no acudía. Pero, conforme avanzaba la vacunación, ese segmento no solo no ha decrecido, sino que ha aumentado.
—¿Cuánto cree que han influido en ello las redes sociales?
—Sin duda, hay formas específicas de acceder a un público más joven. Lo importante es que todo lo que hacemos lo hacemos desde el rigor. Si comparas el Tik Tok del Prado con el de otros museos, que son bastante chorras... No todo vale para ganar visitantes. El vídeo de 2021 más visto del Prado en redes sociales [supera los 3,6 millones de reproducciones en Tik Tok] es ‘¿Dónde ponerse a mirar ‘El Lavatorio’ de Tintoretto?
—Si finalmente la planta superior del Salón de Reinos se dedica a las exposiciones temporales del Prado, ¿a qué se destinarán las salas de Moneo?
—Estas se concibieron para depósitos. Las dos características principales que deben tener los espacios para exposiciones es tener luz natural y ser diáfanos. Y ni una cosa ni la otra. No son los espacios ideales. El Salón de Reinos plantea dos grandes retos: su coste de mantenimiento (7 millones anuales) y que la gente acuda. No dudo que el primer año la gente acudirá, pero después no tanto. Ya que haces esa inversión, hay que asegurarse una gran ocupabilidad. Si llevo allí las exposiciones temporales, tengo garantizada una afluencia. Sería la oportunidad de dedicar las salas de Moneo, por ejemplo, a almacenes visitables o salas polifuncionales.
—Hace unos días dijo Zugaza que «Norman Foster está trabajando en la amplación del Museo de Bellas Artes de Bilbao sin apenas margen de beneficio? ¿Ocurrirá igual en el Prado?
—Pues no creo que tenga tampoco mucho beneficio aquí. Es un presupuesto muy, muy ajustado. No creo que Foster esté haciendo este proyecto por dinero.
—Han surgido ya críticas a su decisión de crear el itinerario ‘El Prado en femenino. Patronas y benefactoras del museo’. ¿Lo esperaba?
—A veces uno tiene cierta sensación de ser San Juan Bautista clamando en el desierto. Siempre he dicho que hay muchas formas de aproximarse a la mujer. No solo la mujer artista. Ojalá tuviéramos más en el Prado. De todos los grandes museos, el Prado probablemente es aquel en el que las mujeres patronas y coleccionistas han tenido un papel más importante. Ha pasado desapercibido hasta ahora. Y cuando uno lo señala, parece que hace poco.
—¿En qué se han gastado los 3,2 millones que el Prado obtuvo por la subasta del piso que legó al museo el ex conservador del museo Juanjo Luna?
—Todavía no lo hemos cobrado. La idea es comprar con ese dinero una o dos obras maestras de las que a Juanjo le gustaban (la pintura francesa y la italiana del siglo XVIII) y que estén a la altura de su generosidad.
—‘The Art Newspaper’ publicó que el Prado es el primer gran museo que se ha ‘mojado’ sobre la autoría del ‘Salvator Mundi’ de Leonardo: «Es una obra atribuida al artista». ¿Es así?
—El Prado no se ha pronunciado sobre el ‘Salvator Mundi’. Nos quedamos muy sorprendidos. Fue una lectura bastante capciosa del catálogo.