El Betis gana al Sevilla el partido de la vergüenza
El partido se había suspendido el día anterior después de un sinfín de insensateces, que empezaron con el energúmeno que arrojó la barra de PVC y siguieron por la teatralización y deformación de los intereses de cada equipo.
El jugador agredido, Joan Jordán, se levantó del césped e hizo gestos golpeándose la cara en dirección a la grada del Betis. Y luego atendió sin aparente problema a las indicaciones de su entrenador, Julen Lopetegui, mientras este reunía al grupo. Después, y según dijeron varios jugadores del Betis en las redes sociales, se tiró al suelo a instancias de Lopetegui para ser atendido por los médicos.
Todo muy lamentable y muy chabacano, porque la majadería de un individuo en la grada no se correspondió con una actitud serena y responsable de los protagonistas, que como siempre en el fútbol, se enzarzaron al calor de los hechos sin capacidad analítica. El más normal fue el árbitro, De Burgos Bengoetxea, que suspendió el partido en aras a la legalidad y también a la lógica.
Después de los recursos del Sevilla pidiendo que el partido se jugara el miércoles para que pudiera intervenir Jordán, el juez único de competición lo desestimó y decretó que el choque se celebrase este domingo a las 16 horas.
La panorámica de un Benito Villamarín sin espectadores resultó desoladora después de que el estadio registrase una magnífica entrada el día anterior. Pero es la desolación que a veces acompaña al fútbol, donde el ardor y la pasión mal entendida llevan a escenarios como éste.
Se reanudó el partido a las cuatro de la tarde con 1-1 en el marcador y dio la impresión de que el resultado era lo menos importante, toda vez que la mancha de un estadio vacío pesaba más que lo que hicieran los jugadores en el campo. En los ocho minutos que completaban la primera parte, Juanmi marcó un gol, anulado por fuera de juego.
Desprovisto de colorido y solo con la intensidad que ponen los locutores de la televisión con derechos, el partido derivó en una bocanada insulsa, sin el picante y la gracia del día anterior. El Sevilla manejó la pelota con más frecuencia, pero sus apariciones ante la portería bética fueron escasas y poco contundentes.
El Betis supo frenar el partido con más picardía y oficio que su rival y atentó con más ímpetu gracias la estupenda zurda de Fekir, el centrocampista francés que marca la pauta junto otra zurda no menos valiosa, la de Sergio Canales.
Fue precisamente Canales el que desniveló el encuentro en un buen zurdazo cruzado que superó el inútil esfuerzo de Alfonso. Premio a la insistencia del equipo de Pellegrini, que se mueve con mucha destreza por el campo. Y más después de la salida de Tello, quien estiró a su equipo.
El Sevilla tuvo el empate en un cabezazo de Koundé al larguero, que pudo abocar el choque a la prórroga. Un susto para el Betis, que se impuso finalmente en el partido de la vergüenza del estadio vacío.