«No digáis que estoy en el hospital, que no me llaman para San Isidro», insistía Pedro Cano, el almohadillero de los tendidos de clavel, a sus hijos. Pero nadie descolgó el teléfono. La cobertura no llegaba hasta la barrera que hoy ocupa Pedro, conocido como El Cordobés por su pasión por Manuel Benítez. Por ver actuar al primer torero que cobró un millón de pesetas empeñó el colchón. Como lo hubiese hecho, si hiciera falta, por ver el regreso de Talavante a Madrid. Pero su móvil no da señal. Está apagado. La pandemia se lo llevó el día del padre del año Covid. En su memoria, como en la de tantos aficionados, se guardó en el estreno de San Isidro...
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