La Transición o el tampón que se empodera. He ahí la cuestión dialéctica de estos días de reencuentros. Se podía hacer aquí una sinfonía borbónica, recordar quién nos puso en el plano internacional y quién ha convertido España en un erial abortista. Podía contar que lloré con los Juegos Olímpicos y la Expo. Y en lo que ha quedado todo. En el secarral de La Cartuja y en una Barcelona en manos de manteros supremacistas.
Tampoco pido pífanos y marchas al Emérito, pero que la Historia no se olvide en aquéllos que no vivieron la Transición y tienen, eso sí, querencia por las cunetas y sus bisabuelos. Todo es ético menos esta necrofilia del republicano tipo.
Vi que Irene Montero...
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