Pacificar
En nuestra conversaci?n p?blica, la historia que nos hemos contado se estructura mediante conflictos armados. ?La conquista? se ha visto como una guerra entre dos bandos enormes, derivada de una invasi?n, pero se mira a otro lado cuando hay que hablar de la paz previa, de c?mo se hizo y se fue arruinando un arreglo social que deriv? en la serie de conflictos armados y posterior guerra civil que solemos desconocer y encapsular bajo el nombre de ?La conquista?. Del mismo modo, hubo arreglos ?todos cruzados por un engranaje de relaciones de dominaci?n, obviamente? y paces previas y posteriores a los conflictos armados que encapsulamos en los nombres de ?Independencia?, ?Reforma? y ?Revoluci?n?. Justificar la necesidad hist?rica de esos conflictos ayuda a darle un sentido espec?fico a la historia, aunque sea ficticio, pero, sobre todo, sirve para mistificar los ?rdenes sociales generados despu?s, dando legitimidad al grupo vencedor. No habr?a sido lo mismo construir pa?s sin la autoridad de los muertos. (Casi toda esa idea, salvo lo que no haya dicho bien, la tom? de Fernando Escalante).
La historia del pueblo de M?xico coordinada por Felipe ?vila, presentada por L?pez Obrador, s? da cuenta de esta complejidad, pero de todos modos hace hincapi? en esas grandes violencias como n?cleo fundador, aun si el legado de esos procesos se construy? fuera de las armas, pues pacificar es un oficio muy distinto al de ganar batallas. Para tomar el ejemplo de la Revoluci?n Mexicana, sus principales legados, la educaci?n p?blica, el reparto agrario, la seguridad social, se construyeron en la pacificaci?n y generaron arreglos sociales que la consumaron y que no pueden explicarse por la historia militar. Nuestra paz actual comenz? a estropearse en 2006, quiz? un poco antes. Los arreglos que la articulaban colapsaron y Felipe Calder?n vino a terminar de romperla con una bazuca. No se trata de una ?crisis de seguridad? y no se necesita, en consecuencia, una ?estrategia de seguridad? ni basta con revisar los hechos violentos muy temprano.
Necesitamos, para enfrentar la cruent?sima realidad de estos m?s de 15 a?os de conflicto, contarnos la historia de otra manera, y si hace falta, construir una nueva historia oficial que hable m?s de Grandes Pacificaciones ?o, dicho de otro modo, que vea el lado pacificador de cada transformaci?n. Esa, la de construir nuevos arreglos sociales para la pacificaci?n, es la tarea primordial de la sociedad mexicana para el futuro inmediato, sobre ella deber?an volcarse los programas pol?ticos, la idea de futuro. La narrativa revolucionaria no parece tener un gran potencial para explicar c?mo la muerte ha cambiado al pa?s de nuestros d?as, c?mo le cambian el rostro todos los d?as las desapariciones, las muertes por la pandemia, la orfandad derivada de eso, sumada a la falta de padre derivada de otras causas (15 por ciento de todos los registros de nacimiento solo incluyen a la madre). Nos enfrentamos a una gran mortandad que no es sacrificio ante altar alguno. Es violencia, muerte que ninguna mistificaci?n puede apropiarse, muerte sin m?s, estructuras sociales cada vez m?s rotas, alimentando sus roturas y escondi?ndose de ellas.
Gibr?n Ram?rez Reyes
@gibranrr