El
FC Barcelona despide una temporada, la
2021-22, en la que los disgustos han multiplicado las alegrías. Entre estas, ninguna como la victoria por 0-4 en el Bernabéu ante el
Real Madrid, destacado campeón de Liga, pero en el balance general culé se han repetido demasiados reveses. El que se va ha sido un curso convulso desde el inicio en el Camp Nou, con la inesperada marcha del mejor futbolista de la historia del club,
Leo Messi, y el relevo en noviembre en el banquillo entre dos mitos del barcelonismo: llegó
Xavi Hernández tras la destitución de
Ronald Koeman. Los fichajes, mediada la temporada, de
Pierre Aubameyang,
Ferran Torres,
Dani Alves y
Adama Traoré dieron un impulso inicial. Un buen arranque de 2022, que tuvo en el Clásico de Liga su confirmación, acabó siendo un extraño punto de inflexión de efecto inverso: a partir de aquel 20 de marzo, el rendimiento del equipo azulgrana fue menguando, con la pérdida del quinto y último título por el que se peleó durante la temporada -la Europa League- de amarga guinda. Al menos, el Barça pudo escalar hasta la segunda plaza en la Liga para asegurar su presencia en la próxima Champions League y en la Supercopa de España. Salvo contadas excepciones, el rendimiento individual de los futbolistas va en consonancia con el balance global de un club que quedó muy lejos de su propia exigencia histórica.
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