La UE alerta de que Rusia va a usar el hambre en África para culpar a Occidente de la crisis

La Unión Europea constata que la guerra de Ucrania se va a disputar también en África y allí en el campo de la propaganda, porque Rusia está difundiendo la idea de que Europa es la culpable de que no puedan recibir los cereales que están bloqueados en los puertos ucranianos, y cuya falta va a provocar desde subidas de precios en los mercados mundiales a falta de comida y hambre en algunos países africanos. Los líderes europeos han abordado este tema en el segundo día del Consejo Europeo extraordinario y han decidido que la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, viaje próximamente a El Cairo e inicie una campaña para contrarrestar la propaganda rusa. Los europeos han vuelto a proponerse actuar conjuntamente en el refuerzo de sus capacidades militares, pero en este momento el escenario de la confrontación con Rusia está mucho más al sur y no se juega con cañones sino con propaganda. La presencia simbólica del presidente de la Unión Africana, Macky Sall, en una parte de la reunión de Bruselas tenía por objeto precisamente que pudiera exponer su punto de vista sobre el tema de la seguridad alimentaria. Esto se resume en la advertencia de que «para evitar el escenario catastrófico de escasez hay que hacer todo lo posible para liberar las existencias de granos disponibles y garantizar el transporte y el acceso al mercado». 20 millones de toneladas Rusia bloquea 20 millones de toneladas de trigo en el puerto ucraniano de Odesa y Putin ha acusado repetidamente a Occidente de ser responsable de la interrupción del suministro mundial de cereales y fertilizantes. Se lo volvió a decir el sábado pasado al presidente francés, Emmanuel Macron, y al canciller alemán, Olaf Scholz, que hablaron por teléfono con el dictador ruso. Sall les ha dicho a los europeos que la escasez de fertilizantes y suministros de alimentos en África ya es «muy grave y alarmante» y que la narrativa rusa culpando a la UE «está ahí afuera». Los europeos han comprendido enseguida que se trata de una utilización propagandística y en cierto modo convertir el hambre de millones de africanos en arma de guerra. Von der Leyen reconoció al término de la cumbre que este enfoque «es una completa manipulación por parte de Rusia puesto que la única razón por la que estamos afrontando una crisis alimentaria es por esta guerra brutal e injustificada contra Ucrania» y en este sentido clarificó que la UE no ha impuesto ninguna sanción sobre productos alimenticios. Sin embargo, Putin pone como condición que la UE levante todas las sanciones para permitir el tránsito de cargueros que podrían llevar el trigo hacia los mercados mundiales. Macron ha propuesto que sea la ONU la organización que intente obtener la autorización de Rusia de acceder al puerto ucraniano, precisamente para que sean los propios gobiernos africanos los que participen en el debate. Por ahora, la única medida que ha podido tomar la UE es aliviar los procedimientos burocráticos para que Ucrania pueda exportar parte del trigo a través de los puertos polacos porque la mejor opción sería llegar al Báltico a través de Bielorrusia, el principal aliado de Moscú y está por ello descartada. El italiano Mario Draghi también ha reconocido al termino de la reunión que «ganar la batalla de la seguridad alimentaria para África también es importante desde un punto de vista estratégico porque la tesis que se difunde es que una posible hambruna dependería de las sanciones» europeas contra Rusia. Ahora mismo hay muchos países africanos en los que Putin ha sembrado su influencia incluso antes de invadir Ucrania a través de sus terminales estratégicas, como el grupo Wagner. Draghi ha advertido que esos países «no están del lado de Occidente como se demuestra en sus votos en las Naciones Unidas en resoluciones sobre Ucrania y en las que la mayoría se ha abstenido» y si se quedan sin comida «saber de quién es realmente la culpa, será la cuestión menos relevante para ellos». No más sanciones, por ahora Desde el punto de vista más genérico, la cumbre ha logrado aprobar el sexto paquete de sanciones contra Rusia, esta vez con el embargo de petróleo que es una parte muy sustancial de los recursos que Europa proporciona al régimen de Putin, pero ha tenido que aceptar que Hungría no tenga que cumplirlo. Ha costado tanto llegar a este «medio acuerdo» que los líderes europeos van a tardar bastante antes de entrar en el debate del corte de las compras de gas. «Ahora necesitamos una pausa», dijo el primer ministro belga Alexander de Croo. También se ha dedicado un capítulo de la discusión a la cuestión de la defensa común, aunque la gran novedad se había producido justo antes de la cumbre cuando Dinamarca anunció que va a abandonar su tradicional posición de no participar en ningún programa de cooperación militar con la UE. Después de la decisión de Suecia y Finlandia de pedir su ingreso en la OTAN, la Alianza Atlántica se perfila claramente como el principal instrumento para reforzar la defensa colectiva aunque la Comisión sigue empeñada en pedir a los países que «gasten más y mejor», y ha ofrecido un programa para las operaciones de compras conjuntas de armamentos que involucren a al menos tres países. Pero la mención en las conclusiones dice que este tema ha de analizarse «a la luz de las competencias respectivas» que siguen siendo nacionales.