San Miguel: triunfa Perera, ilusiona Manolo Vázquez
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Jaime González-Écija ganó el Certamen de Nuevos Valores (2019) y el Circuito de novilladas de Andalucía (2020). Aguanta con decisión las bruscas embestidas del segundo, sufre al final una voltereta, prolonga la faena, mata a la tercera y saluda. El quinto da una vuelta de campana y derriba. Brinda a la afición de Écija, su pueblo. Sin probaturas, liga varias series de trazo largo por los dos lados, muy aplaudidas, pero mata a la segunda.
El pasado 17 de mayo, en Vistalegre, el extremeño Manuel Perera sufrió una terrible cornada, al entrar a matar: el novillo le sacó el paquete intestinal. Lo vi esa tarde con un valor temerario, superior a su oficio. Un año antes, había sufrido un grave accidente de tráfico. Ahora es líder del escalafón. Lo apodera Juan José Padilla. Recibe con verónicas de rodillas y también comienza así los muletazos con el tercero, que flaquea. Logra buenos naturales, se queda muy quieto y sufre una voltereta. Suena la música cuando va a coger la espada. Media arriba: oreja. Acude a portagayola en el último, que sale suelto, traga mucho en los lances. Saluda Javier Perea. Brinda a Paco Ojeda. LLama de lejos, de rodillas, y sufre un golpe terrible. Sin amilanarse, muletea con clasicismo; el encimismo final gusta menos, alarga en exceso. Se vuelca con la espada: oreja. Una tarde de entrega total: ha demostrado que quiere ser torero.
Aunque sólo tiene 21 años, abre cartel Manolo Vázquez porque debutó antes con caballos pero ha toreado muy poco. Su nombre ilusiona pero también pesa: es el último representante de una gloriosa dinastía, que ha dado ya - caso muy raro - dos hermanos de primerísima fila: Pepe Luis, su tío abuelo, y Manolo, su abuelo. He releído el precioso artículo de Antonio Burgos sobre el debut, en una novillada nocturna , de «un niño rubio de San Bernardo, que iba a resucitar Sevilla». Se llamaba Pepe Luis Vázquez. Yo recuerdo, en Las Ventas, a un novillero muy serio y delgado, que emocionó a todos con sus cites de frente, dando el pecho. Se llamaba Manolo Vázquez.
Este nuevo torero viste de purísima y oro -un vestido regalado por Joaquín Moeckel-, igual que su abuelo, la tarde de su gloriosa despedida. En el primero, noble, saluda Felipe Proenza. Brinda al cielo. Molesto por el viento, muletea con naturalidad y gusto, en series cortas , de inequívoco sabor sevillano: pinceladas, apuntes, detalles... No mata bien. Mientras lo apuntillan, suena un absurdo aviso. Saluda una cariñosa ovación. En el cuarto, replica a González-EÉcija con lances muy sevillanos. Luce su torería en templados muletazos, que culminan en una serie al natural, de mucho eco, pero falla con la espada y vuelve a sonar el absurdo aviso, dedicado al puntillero.
Mi impresión es que, más que el estilo de su abuelo Manolo, le han influìdo los consejos de su tío, Pepe Luis hijo. Busca un toreo artístico, de garbo y sentimiento. Está muy al comienzo. No se sabe dónde puede llegar. Ha de torear, coger oficio y apretar más. Tiempo al tiempo. Pero un nuevo Manolo Vázquez ilusiona ya a Sevilla.
Posdata. En una de las últimas charlas que tuve con Manolo Vázquez, cuando preparábamos el libro ‘El toreo de frente’, me contó lo que siempre puso, en su documento de identidad: «Profesión: torero. Yo siempre me he sentido torero. Nunca me he arrepentido de haber elegido esa profesión. Lo que quisiera es nacer mil millones de veces para repetirlo y, a ser posible, mejorarlo. Esto, para mí, es lo más bonito que existe en el mundo». Así llegó a gran figura mi inolvidable amigo.
Manolo VázquezSAN MIGUEL
Real Maestranza de Sevilla. Martes, 21 de septiembre. Tercera de feria. Novillos del Parralejo, de buen juego en general.
MANOLO VÁZQUEZ, de purísima y oro. Pinchazo y media atravesada. Aviso (saludos). En el cuarto, cuatro pinchazos y estocada. Aviso (saludos).
JAIME GONZÁLEZ-ÉCIJA, de lila y oro. Dos pinchazos, estocada y des-cabello. Aviso (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos).
MANUEL PERERA, de purísima y oro. Media arriba (oreja). En el sexto, estocada (dos orejas).