Lavadora y ansiedad
Como en una coda agónica, el aparato emitió unos estridentes pitidos finales y hasta el salón llegó un olor a goma quemada que me hizo temer lo peor. Es verdad, no era un edificio en llamas, ni una ventolera azotando las cristaleras, ni se había desprendido un trozo de escayola del techo del salón. La lavadora había muerto y en su interior, enrollada y mojada, se encontraba una masa informe de ropa sin lavar ni centrifugar. Entre todo el desastre, una de mis camisas favoritas, a la que asigné... Читать дальше...