Próximas transiciones: alto riesgo en Hidalgo y Tamaulipas
Escribo estas líneas el domingo 5. Todavía no tenemos los resultados definitivos de las elecciones, pero, salvo que las encuestas se hayan equivocado de forma garrafal, Morena se llevó por lo menos cuatro de los seis estados en disputa: Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. En Aguascalientes el PAN continuará gobernando. Durango es un volado.
Afortunadamente, este año las campañas no fueron tan violentas como en 2021 (principalmente porque se renuevan mucho menos cargos en menos estados, y sólo en Durango se elegirán presidentes municipales). Aun así, abundan los señalamientos sobre los vínculos de gobernadores salientes y de candidatos con el crimen organizado. A lo anterior hay que sumar que la experiencia reciente nos dice que las transiciones –sobre todo cuando hay un cambio en el grupo gobernante– suelen ir acompañadas de un repunte de la violencia.
Como he comentado en este espacio, recientemente los homicidios vinculados con el crimen organizado han tenido una tendencia de disminución. En el ámbito nacional, este tipo de homicidio cayó 18.4% al comparar el primer trimestre de 2021 con el primer trimestre de 2022. Sin embargo, esta disminución fue sustancialmente menor en el conjunto de los 14 estados donde el año pasado hubo elección para gobernador (14.8%) que en el resto del país (21.8%). En particular, en Colima, Michoacán y Nuevo León las transiciones estuvieron acompañadas de un repunte de la violencia.
Tomando en cuenta este precedente, a continuación describo a vuelo de pájaro lo que podemos esperar en materia de seguridad y violencia criminal en los seis estados que ayer eligieron gobernador:
Aguascalientes. La ventaja del PAN se explica, en buena medida, porque las cosas han ido relativamente bien. Aunque la incidencia delictiva es relativamente alta, los ataques criminales de alto perfil son excepcionales. La relativa paz de Aguascalientes es más sobresaliente si se considera la severa crisis a la que hacen frente las entidades vecinas, en particular Zacatecas (de hecho, una de las principales preocupaciones de seguridad de los hidrocálidos tiene que ver con los traslados en carretera a otros estados). Mi pronóstico es que hay condiciones para que la tranquilidad se mantenga en los próximos meses.
Durango. Desde hace varios años, Durango es un estado tranquilo. En casi toda la entidad operan de forma exclusiva células criminales alineadas con el Cártel de Sinaloa, que se enfocan al narcotráfico (por lo mismo, en contraste con muchos otros estados, la extorsión presencial no se ha extendido). La ausencia de conflictos criminales también explica que, a pesar de que se renuevan los 39 ayuntamientos del estado, y de que la competencia haya sido cerrada, durante las campañas no se reportaron asesinatos ni ataques criminales contra candidatos. En materia de seguridad, ninguna de las dos coaliciones en disputa buscará romper los equilibrios que actualmente existen. También podemos esperar una transición tranquila
Hidalgo. El priista Omar Fayad entregará el estado en una situación delicada, principalmente por el auge del robo de combustible, y porque distintos grupos actualmente rivalizan por el control de dicha actividad. Con la llegada de Morena al gobierno estatal, que implicará cambios drásticos en las instituciones estatales, será casi inevitable que las distintas mafias locales de huachicoleros, o el CJNG, busquen aprovechar la coyuntura para fortalecer su presencia en el estado. Hay un alto riesgo de repunte de la violencia.
Quintana Roo. Los recientes ataques en hoteles y bares han generado preocupación sobre una posible crisis de violencia, que tendría consecuencias desastrosas para la actividad turística. Aun así, es importante señalar que estos ataques ocurren en un contexto en el que las autoridades estatales y municipales han realizado operativos y capturas importantes. A pesar de que habrá alternancia en Quintana Roo, hay una buena comunicación entre funcionarios de la administración saliente y la candidata de Morena, Mara Lezama. Esto podría servir para evitar que los grupos criminales que operan en el estado aprovechen la transición para fortalecer sus operaciones.
Oaxaca. La presencia del crimen organizado es poco visible y no parece haber aumentado en años recientes. A pesar de que es de extracción priista, el gobernador saliente, Alejandro Murat, optó por colaborar de forma estrecha con el gobierno federal, en particular con la Guardia Nacional y el Ejército, para la contención de conflictos sociales, que en Oaxaca siguen siendo el riesgo prioritario. El triunfo del morenista Salomón Jara probablemente implicará continuidad en materia de seguridad.
Tamaulipas. Es el estado que más tiene que perder si la transición no camina bien. El gobernador saliente, Francisco García Cabeza de Vaca –si bien polémico– se va con el mérito de haber pacificado la mayor parte del territorio tamaulipeco recurriendo a una estrategia de mano dura. A pesar de los enfrentamientos que se siguen registrando esporádicamente en Nuevo Laredo y Reynosa, la reducción de la violencia y la mejoría en la percepción de la gente ha sido notable. Aun así, la paz en Tamaulipas parece siempre precaria, pues los intereses criminales, tanto en materia de tráfico de drogas como de personas, son enormes. El principal riesgo es que, aprovechando la transición, el CJNG y sus aliados locales busquen aumentar su presencia. En ese caso, los días de tranquilidad se habrán terminado.