La irrupción de Javier MIlei y la falta de autocrítica
Fenómenos como el del libertario deberían llamar a la reflexión a las grandes coaliciones políticas. Por eso, es también una oportunidad para Juntos por el Cambio.
A partir de la irrupción del fenómeno creciente de Javier Milei, muchos políticos -casi todos, de un lado y del otro de la grieta- hemos reaccionado de manera condenatoria para con sus ideas y su aparición en la arcilla política. Es claro que, más allá de estar de acuerdo o no con sus propuestas y sus formas, ha sacudido todo el escenario y ha puesto en aprietos a las dos coaliciones mayoritarias que se disputan el poder en la Argentina.
¿Por qué el arco político en su conjunto no se siente interpelado frente a esto como un estímulo que surgió como consecuencia de nuestros fracasos, a todas luces incapaces de satisfacer las demandas de la sociedad en las últimas décadas?
Es evidente que todos los cambios disruptivos generan controversia y sobre todo resistencia frente al statu quo. A contramano de la vocación de servicio, el espíritu que prevalece en la dirigencia suele ser el de no perder los privilegios ni la comodidad, aún a cuestas de una sociedad que sufre y que pasa muchas necesidades básicas.
Por eso la aparición de Milei -más allá de subirle o bajarle el precio en términos de su potencial electoral- significa un llamado de atención para todos. En este punto, conviene resaltar que los experimentos populistas de derecha no han sido tampoco la solución en el mundo.
La irrupción de Javier MIlei es una oportunidad
Quienes se pierden en la discusión dialéctica para combatirlo creyendo que como alguien ajeno al sistema no lo entiende y debe volver a estar afuera, no se dan cuenta que en rigor su irrupción puede contribuir al despertar -por tantos años anestesiado- que necesita la política Argentina para salir del letargo.
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En la coalición de Juntos por el Cambio mucho se habla por estos días acerca de la importancia de haber mantenido la unidad aún en tiempos donde ha tocado ser oposición.
Sin embargo, la necesidad de un cambio profundo y real se impone con mucha más fuerza en este contexto, como consecuencia directa de lo hastiada que se ve la sociedad de cara a la política y a los políticos, por la falta de soluciones concretas durante tantos años. Quienes tenemos responsabilidades públicas debemos interpretar que las expresiones outsiders -incluida la de Facundo Manes- reflejan el fracaso de la clase dirigente en sus diversas vertientes y corrientes.
En definitiva, lo importante no es entender lo que pasa únicamente para corregir el rumbo electoral y ganar las elecciones, sino cambiar lo que hace falta para satisfacer las tan postergadas demandas de la sociedad toda. En síntesis, el fracaso o el éxito de estas expresiones, depende de nosotros mismos. Por eso nos interpela de manera directa y es transversal a todos los espacios, más allá de la pertenencia partidaria o de la inclinación ideológica.
Si tomamos conciencia de esto y actuamos en consecuencia, la oportunidad del cambio puede tener un segundo tiempo, independientemente de quién lleve adelante la conducción de ese nuevo proceso.