M?xico irredento
Fue hace ya varios lustros que por razones de mi trabajo de aquel entonces, andaba yo pensando en comprar un arma.
Nunca he sido partidario de la violencia, pues aunque en mi ya lejana juventud era irascible (m?s por pose juvenil que por temperamento), mis escasos 65 kilos no avalaban mi victoria en un enfrentamiento f?sico, pese a lo cual, me las arregl? para sobrellevar esa espinosa etapa juvenil, sin m?s da?o que acaso un ojo morado o un eventual sangrado nasal, en un tiempo en el que t?citamente los pleitos terminaban con ?la primera sangre?.
Pues el caso es que decid? consultar sobre el arma m?s adecuada con un conocedor del tema.
Despu?s de pensarlo unos segundos me dijo en tono de consejo qu?, en efecto las armas pueden ser herramientas de protecci?n que sirven para ?emparejar las fuerzas?, pero que para portar un arma es preciso primero conocer bien su funcionamiento para evitar auto-propinarse un tiro, luego se requiere obtener un permiso y si se consigue, tener entonces el valor de ?hacer valer ese permiso? ante cualquier autoridad arbitraria.
El desenlace de esa historia es irrelevante, pero viene a cuento porque creo que hay una gran similitud entre las armas y las leyes.
Ambas son herramientas que pueden ?igualar? las oportunidades de quienes difieren en asuntos de derechos y obligaciones.
Pero su sola existencia no es suficiente, hay que conocerlas, invocarlas y tener el valor de darles seguimiento y exigir su aplicaci?n.
Esa es la diferencia entre un pueblo consciente de sus derechos jur?dicos y pol?ticos y otro ignorante, incapaz de responsabilizarse de su bienestar y de su destino.
Dicen los historicistas que los mexicanos pertenecemos al segundo grupo de sumisos y agachones, m?s por razones hist?ricas de conquista y conquistados, que por una falta de dignidad personal y sentido patrio de pertenencia.
En lo personal creo que es una mezcla de ambas cosas, que aunada a una herencia cultural hace que los mexicanos nos mantengamos ajenos a la realidad, presos de un mito de nosotros mismos que tristemente hace de nuestro pa?s un:
?M?xico irredento?.