Yela, la pieza clave de la red que garantiza hasta 40 días de gas a España
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Yela forma parte de la reserva estratégica de gas de España. Una infraestuctura crítica dispuesta para hacer frente a una amenaza como la que acaba de poner sobre la mesa Fatih Birol,director de la Agencia Internacional de la Energía, quien acaba de avisar que «Europa debería estar lista en caso de que el gas ruso se corte por completo». Los expertos estiman que España cuenta con reservas de gas para unos 40 días de consumo. La cifra exacta es secreto de Estado.
Yela pertenece a la compañía Enagás, que es el operador del sistema gasista español, tal como Redeia (ex Red Eléctrica de España) lo es del eléctrico. En total, Enagás maneja tres grandes almacenamientos: el de Gaviota, frente a Bermeo (Vizcaya), el de Serrablos entre Jaca y Sabiñánigo (en Huesca), y el de Yela (Guadalajara).
El fallido Castor
El gas natural, como los demás hidrocarburos, ha estado encerrados en las profundidades de la tierra durante millones de años. Por lo tanto, los actuales almacenamientos no hacen más que imitar a la naturaleza. Gaviota era un antiguo yacimiento petrolífero de Repsol que fue adaptado como almacén de gas. Tiene una capacidad útil de 980 millones de metros cúbicos. Serrablos fue el primer campo de gas de España y se agotó en febrero de 1989. Puede guardar 680 millones de metros cúbicos.
Yela, en cambio, es una obra diferente. Es el primer acuífero natural transformado en depósito de gas. Formaba parte del elenco de una veintena de localizaciones detectadas en España desde finales del siglo pasado y comienzos de éste. La concesión de Yela se entregó en 2007. Hasta cierto punto era una apuesta. No cualquier formación subterránea vale para almacén. Ni siquiera el hecho de que haya sido un antiguo depósito de hidrocarburos garantiza nada, como ocurrió en el caso del fallido almacenamiento Castor, cuya concesión fue anulada en 2014 después de que durante la fase de llenado de gas que se realizó en 2012 se produjeran movimientos sísmicos que alarmaron a las poblaciones vecinas.
Yela tiene una capacidad útil de 1.050 millones de metros cúbicos. La instalación en superficie es sobria, pero moderna. «A diferencia de Gaviota o Serrablos, que eran instalaciones precedentes, Yela se construyó de una vez con la última tecnología disponible desde el punto de vista operativo, de seguridad y medioambiental», cuenta Alberto Rullán, responsable de la planta, quien trabaja allí desde su construcción. Esa obra terminó en el primer trimestre de 2012 y a finales de ese año se completó el llenado con el llamado 'gas colchón': 950 millones de metros cúbicos que se mantienen en el depósito precisamente para poder gestionar el gas útil.
El almacenamiento tiene varios detalles de ingeniería interesantes. La planta conserva la cabeza perforadora que, tras horadar dos kilómetros de calizas, margas y arcillas, encontró una capa de anhidrita, una roca impermeable al gas, que anunciaba la presencia del acuífero y que, hasta cierto punto, hacía viable el almacenamiento porque garantizaba que no se producirían escapes de gas.
Rullán explica que los diez pozos que se taladraron hasta el acuífero no lo hacen en vertical, sino que tienen una torsión en dirección horizontal en diferentes ángulos. Esto permite rellenar el acuífero con gas manteniendo una presión homogénea sobre la lámina de agua que yace en el fondo del mismo. Que esta lámina esté equilibrada es lo que garantiza que el gas se pueda recuperar para el consumo de una manera más o menos eficiente.
El gas no está flotando libremente en un espacio vacío porque el acuífero está formado por una roca porosa. Así que el gas inyectado desde el exterior se infiltra en los poros de la roca, desplazando el agua. Mediante la aplicación de presión se recupera el gas, el cual sale mojado y hay que secarlo a través de dos procesos, uno por simple gravedad y otro mezclando el gas con metanol y calentándolo. Finalmente se recuperan por separado el metanol y el agua, la cual se vuelve a inyectar en el acuífero para mantener equilibradas las presiones internas.
Una docena de personas trabaja en Yela. La planta entrega hasta 15 millones de metros cúbicos al día durante los meses de invierno y recarga gas en verano, cuando se supone que hay menos demanda. Pese a los delicados equilibrios que requiere su manejo, la planta puede pasar de inyectar a extraer gas en menos de una semana.
Para acceder a las instalaciones es necesario ataviarse con casco, ropa antiestática y calzado de seguridad. No se permite llevar el teléfono móvil si se deambula por el interior de la planta y si resulta imprescindible portarlo, una persona con un explosímetro detector de gases persigue como su sombra al que lo lleva.
Gran infraestructura
España ha tenido una suerte diversa con sus almacenamientos subterráneos. Al fracaso del Castor, que supuso una indemnización de 1.350 millones para la compañía Escal UGS pagados por el Estado, se suma la paralización del depósito de Las Marismas, un campo de gas agotado, situado en un entorno protegido de la provincia de Huelva y que pasó a ser usado como almacén. En 2006 fue adquirido por Gas Natural, hoy Naturgy, que lo vendió a finales de 2021 al fondo Teset.
Sin embargo, los expertos son optimistas sobre la capacidad de almacenamiento estratégico de España. Al total de 5.700 millones de metros cúbicos en los almacenamientos de Enagás (casi 3.400 millones extraíbles), hay que añadir el gas natural que se puede mantener bajo la forma de gas natural licuado (GNL) en las seis plantas regasificadoras y en los demás depósitos repartidos por la península. Algo más de un tercio (35%) de la capacidad de almacenamiento de GNL de Europa está en España, según Gas Infrastructure Europe (GIP), la asociación de operadores del sector.
España también es el líder europeo en capacidad de regasificación (27% del total), el proceso por el cual el GNL transportado en buques metaneros en estado líquido a 160 grados bajo cero se convierte en gas natural capaz de ser enviado por la red. Nuestros gasoductos de alta presión miden 11.000 kilómetros y cuentan con 19 estaciones de compresión y 416 estaciones de regulación y/o medida. Todas estas infraestructuras están interconectadas, lo que, según Enagás, «permite reforzar la seguridad de suministro de gas natural para prevenir situaciones de punta de demanda».